¿Quién agradece la limpieza de sus pecados?

¡Miserable hombre de mí! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte?
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro...
Romanos 7:24,25

La predicación del "falso evangelio" del siglo XXI distorsiona la verdadera obra que Jesús vino a realizar a este mundo.

La palabra de fidelidad de la antigua predicación es que "Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores" (1 Timoteo1:15).

Pero lamentablemente en las predicaciones de hoy, se rebaja a Cristo a un mero "curandero" o a aquel que tiene un bagaje de bendiciones para darte, y que por supuesto la salvación del alma pareciera ser una cosa más, que viene junto con esta "oferta".

Es por eso que en Internet, televisión y radio, los testimonios "cristianos" que se escuchan son de personas que agradecen a Dios por soluciones materiales y físicas solamente (al menos en su gran mayoría).

Alguien que mira estos medios (y que no conoce a Dios) empieza a creer que el evangelio es el complemento mágico que su vida necesita para salir de los problemas, y que Jesucristo simplemente es un medio para obtener estas soluciones terrenas.

Sinceramente: ¿Se escucha acaso testimonios como el siguiente?

- !Doy gracias a Dios porque yo era un miserable pecador perdido pero ahora he encontrado limpieza en la sangre de Jesucristo, quién ha perdonado mis pecados!

-Doy gracias a Dios por su obra redentora en Cristo y por enviarlo al mundo a rescatarme, ya que de ninguna otra manera podría haber sido salvo.

¿Sabe porqué hay menos testimonios de este tipo hoy en día? Es porque la gente no tiene conciencia del pecado.

La gente espera que la adulen y le digan que es merecedora de todas la bendiciones de Dios.

Pero acaso, ¿es esto la predicación del evangelio?

Si bién el evangelio quiere decir "buenas nuevas", esta son para aquel que primero se le hace ver su estado de perdición en el pecado.

Aquel que por la Ley de Dios, descubre su pecado y su estado de perdición eterna, la noticia de un Salvador es la mejor que puede recibir.

El texto Bíblico de este escrito dice "Miserable hombre de mí" ¿Quién lo dijo? El mismo apóstol Pablo.

¿Acaso para recibir el perdón de Dios hay que sentirse miserable? Esa es la idea amigo/a.

El Espíritu Santo de Dios no fue enviado a este mundo para darte una palmada en la espalda y decirte lo buena persona que eres, antes su función es muy distinta, pues la Biblia nos declara:

Juan16:8 Y cuando él viniere, redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio.

El Espíritu de Dios, tiene primeramente la función de mostrarte por medio de la Biblia, tu estado de pecado.

Cuando el Espíritu Santo nos muestra nuestro estado, no tenemos otra cosa que exclamar:
-¡Miserable hombre de mí! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte?

Y cuando estamos en ese estado de desolación es cuando también se nos presenta la obra salvadora de Cristo en la cruz y podemos decir: -Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.

Aquel que puede exclamar esto, es porque la obra regeneradora del Espíritu Santo ha sido llevada a cabo en su corazón.

El hombre en su naturaleza caída y pecadora solo se queda agradeciendo a Dios por los bienes materiales, no conociendo la persona ni la obra de Cristo realmente.

Ignora que está condenado al infierno ya que no conoce la verdadera obra del Señor Jesucristo.

¡Pero un corazón vivificado tiene la iluminación de Dios para dar a conocer a los demás que Cristo es su Señor, y que ya no es más esclavo del pecado!

Estimado amigo/a:

¿Pues exclamar en tu corazón que Cristo es tu Señor?

¿Puedes testificar que El ha perdonado tus pecados?

Quizá desde hace tiempo te haces llamar cristiano/a porque simpatizas con alguna iglesia o ministerio, pero no te quedes con una falsa seguridad de salvación, sino que tienes que pensar si en verdad te has sentido miserable delante de Dios y has implorado su perdón al punto de clamar -"Quién me librará de mis pecados".

Si no es así, ruego que este día el Espíritu de Dios pueda mostrarte tu pecado, y pueda conducirte a aquel Jesús que murió en la cruz por amor a ti, que venció a la muerte, que resucitó con poder y que ahora está sentado a la diestra de Dios.

Y que con un nuevo corazón puedas unirte a los salvados que exclaman:

¡Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro!

Por Alejandro Riff

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