UN LLAMADO URGENTE A TODOS AQUELLOS QUE TODAVÍA NO SON CREYENTES VERDADEROS EN CRISTO


Texto extraído de: "La gloria de Cristo", John Owen. (Blog: Hora de ser real)
"Muchos son llamados y pocos escogidos" (Mat.22:14).
La tontería más grande del mundo consiste de dejar la consideración de nuestro estado eterno para algún punto futuro e incierto, al cual quizás nunca pudiéramos llegar.
No piense usted que debido a que profesa ser creyente y disfruta de las bendiciones externas del evangelio, usted pertenezca necesariamente a Cristo. Si usted descansa para su salvación en algún mérito personal o justicia propia, entonces usted está corriendo el riesgo de ser engañado eternamente (Mat.3:9).
Cristo no salvará a los pecadores que no se arrepientan de sus pecados. Esto sería negarse a sí mismo y actuar en forma contraria a su Palabra. No se engañe a sí mismo pensando que es de poca importancia el que acuda a Cristo o no. Si usted rehúsa hacerlo, este sería el acto más grande de odio en contra de Dios que usted pudiera realizar.
"¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?" (Heb.2:3)
Alguien pudiera preguntar: "¿Entonces qué haremos?" Tome la advertencia del apóstol: "Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones" (Heb.3:7-8). "He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación." (2 Cor.6:2)
La incredulidad a menudo se disfraza con actitudes como las siguientes:
I. Algunos dicen: "Creemos la palabra predicada hasta el punto que podemos. Obedecemos voluntariamente en muchas cosas y tratamos de no pecar. ¿Qué más se requiere de nosotros?"
Pensando que han cumplido con su deber, preguntan igual como aquellos que preguntaron a Jesús en Jn.6:28:
"¿Qué haremos para que obremos las obras de Dios?". Reacciones como éstas pueden ser imitadas por aquellos que en realidad permanecen como incrédulos. Muchos hipócritas llevan a cabo muchas actividades religiosas pero no poseen la fe verdadera. Su incredulidad es disfrazada por toda su "actividad".
Hay un acto especial de fe por el cual uno se rinde completa y voluntariamente a Dios. Este acto especial es acompañado por un cambio que afecta nuestra naturaleza completa. "Si alguno está en Cristo, nueva criatura, es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas." (2 Cor.5:17) Sin este acto básico de fe, ningún otro acto religioso es evidencia de que una persona sea un creyente verdadero.
II. Algunos dicen que han intentado acudir a Cristo y creer en El, pero parece que no hacen ningún progreso. En lo profundo de su corazón se desesperan de no poder recibir a Cristo como les es presentado por el evangelio. Yo les pediría a estas personas que recordaran de los discípulos que pescaron durante toda la noche sin pescar nada (vea Luc.5:3-6). Cristo se acercó a ellos y les dijo que arrojaran nuevamente las redes.
III. Algunos dicen que entienden que deben acudir a Cristo y creer en El o quedarán perdidos, pero ahora están demasiado ocupados, y consideran que en el futuro tendrán tiempo para pensar seriamente en ello. ¿Pudiera haber algo más tonto que pensar que las cosas triviales del presente sean más importantes que la miseria o la felicidad de un estado eterno? (Prov.6:10) Engañados de esta manera, miles perecen cada día. El éxito más grande de Satanás es lograr que la gente piense que posee mucho tiempo antes de morir para considerar su estado eterno. Recuerde que la Escritura limita su oportunidad al día presente, y no le da ninguna certidumbre de que habrá otro día para recibir gracia y misericordia (vea 2 Cor.6:2 y Heb.3:7-13).
IV. Algunos encuentran tanta satisfacción en sus placeres pecaminosos que no pueden dejarlos. Si usted es uno de ellos, debo hablarle claramente a fin de que no tenga ninguna duda de que usted no puede tener esperanza de misericordia si su corazón sigue aferrado a algún pecado. Por supuesto, al llegar a ser un creyente verdadero, usted no será librado completamente de la pecaminosidad de su vieja naturaleza. Pero usted tiene que amar a Dios o al mundo, a Cristo o Satanás, la santidad o el pecado. No hay ninguna otra opción (vea 2 Cor.6:15-18).
Con respecto a sus supuestos placeres, le digo que a menos que usted esté en Cristo, nunca ha tenido realmente ningún placer. (vea Prov.3:13-18).
V. Hay algunos que dicen que conocen creyentes que no son mejores que ellos, y por lo tanto, ellos deberían considerarse también como creyentes. Yo les digo que hay aquellos que se llaman creyentes y que son falsos, fingiendo ser lo que no son. Pero ellos tendrán que cargar su propio juicio. Es también un hecho triste que algunos creyentes verdaderos son descuidados en su manera de vivir y de este modo desagradan a Dios y deshonran a Cristo y al evangelio. Pero estas no son las personas a quienes usted debiera imitar.
No nos engañemos a nosotros mismos. Podemos ser miembros de una Iglesia, pero a menos que estemos arraigados y sobreedificados en Cristo Jesús, no floreceremos en gracia ni seremos fructíferos (Col.2:7).
Pero hay condiciones relacionadas con las promesas por las cuales los creyentes crecen en la gracia. Se exige de nosotros una cuidadosa obediencia al evangelio a fin de que seamos espiritualmente fructíferos (vea 2 Pe.l:4-10).
La diferencia principal entre la gloria y la belleza de la Iglesia manifestada en las promesas del evangelio y la vida de la Iglesia manifestada en los creyentes profesantes es que ellos no cumplen estas.
Dios nos ha dado grandes advertencias del peligro de volvernos descuidados y negligentes espiritualmente y nos ha hecho grandes promesas para que busquemos ser restaurados. Si usted no sabe nada acerca de estas experiencias, pudiera ser que su alma nunca haya estado en una condición sana y fuerte.
Alguien que ha estado débil y enfermo toda su vida no sabe lo que es ser fuerte y sano. Hay algunos que viven en toda clase de pecados. Tales personas deberían preguntarse a sí mismas si realmente han conocido algo de la gracia de Dios. O pudiera ser que usted esté dormido con un sentido falso de su propia seguridad. Entonces usted es como la Iglesia de Laodicea la cual dijo que no necesitaba ninguna cosa y no sabía que era "un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo" (Apo.3:17).
Existe un cansancio mediante el cual nos acercamos a Dios sólo de labios, pero nuestros corazones permanecen lejos de El (Mat.l5:8). Y cualquier pecado del cual no nos hemos arrepentido tendrá un efecto especial para convertir la adoración en una pesada carga.
Las cosas que traen más gloria a Dios son la humildad, una tristeza real por el pecado, una voluntad dispuesta y un deleite en los caminos de Dios, el amor y la auto negación. ¿Estamos siendo fructíferos en estas cosas? (Vea 2 Pe.l:8). ¡Examinémonos!
¿Tenemos un buen apetito espiritual para la Palabra de Dios y una experiencia continua de su gracia? ¿Sólo confirmamos ideas, juzgamos al predicador... o realmente nos preparamos a nosotros mismos para recibir en nuestros corazones la Palabra de Dios?
Si tuviésemos hambre, encontraríamos dulzura en la Palabra de Dios aun cuando nos reprenda fuertemente.
¿Hacemos que la religión sea el asunto principal de nuestras vidas? Si estamos continuamente ocupados con los asuntos del mundo y si apenas apartamos un poco de tiempo de vez en cuando para considerar las realidades espirituales, entonces es una fuerte evidencia de que nuestra vida espiritual se está debilitando.
Hay un camino para volver a ser fuertes y fructíferos espiritualmente. Algunos profesantes se vuelven hacia las religiones falsas en busca de ayuda, pero terminan secándose y muriendo como apóstatas. Si hubieran buscado los medios correctos para su sanidad, quizás hubieran vivido.
Los actos pecaminosos tienen que ser mortificados y las enseñanzas de Cristo obedecidas cuidadosamente. Debemos redoblar nuestros esfuerzos para matar el pecado. Sin embargo, todas estas cosas no pueden ser hechas con nuestras propias fuerzas. (2 Cor.3:5). Por medio de la fe, debemos obtener la ayuda de Cristo en cualquier esfuerzo que tratemos de hacer. Sin fe nuestros esfuerzos serán inútiles y rechazados por Dios.
Oseas 14:1,2- "Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído. Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová y decidle: quita toda iniquidad y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios".
Dios espera una confesión completa y voluntaria de los dos grandes pecados que arruinaron a su pueblo: la confianza en el hombre y la adoración falsa o idolatría.
"Sin mí, nada podéis hacer." (Jn.l5:5). "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gal.2:20).
Hay un sólo camino para ser avivados y sanados de nuestras rebeliones a fin de que seamos fructíferos.
La experiencia de contemplar la gloria de Cristo tiene poder para hacernos obedecer y DESEAR TODAS LAS COSAS QUE AGRADAN A CRISTO.

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